Los diamantes en bruto, sin importar su tamaño, pasarían por un bruto trozo de vidrio opaco. Para resaltar su fulgor debe tallarse y pulirse con gran precisión. Para ello se requiere mucha destreza y paciencia, debido a que el diamante es la sustancia más dura que puede encontrarse en la naturaleza.
El primer paso consiste en dividir un piedra grande siguiendo los planos se su estructura cristalina. Este es el procedimiento más arriesgado. En 1908, antes de cortar el gran diamante Cullinan en Amsterdam Joseph Asscher estudio la piedra durante varias semanas. Un error pudo haber reducido el diamante a un montón de fragmentos y arruinar todo.