Tengo una teoría: una piscina no necesita bañistas para tener sentido. Solo mirarla sugiere hedonismo. A veces funciona como lo hacen los tramapantojos, engañando al ojo. Una piscina es feliz por naturaleza. Por eso, encontrarla en el lobby de un hotel de Nueva York despierta, como mínimo, una sonrisa.
20
septiembre
2012
UNA PISCINA EN EL VESTÍBULO
20
septiembre
2012
Responder